viernes, 5 de febrero de 2010

DIARIO DE UN "INTERRAILISTA": Día XVI: 8/8/09

The last day. Hoy se pone fin a un tour espectacular que me ha llevado a Inglaterra, Gales, Escocia, Alemania, Polonia, Republica Checa, Holanda, Bélgica y Francia. Son muchos los sitios que me han seducido, y es por ello por lo que no me quedo con ninguno en particular, sino con todos.
Hoy toca regresar, tarea complicada por dos motivos. El primero porque uno se quedaría otros tantos días más "pululando" por Europa; y el más importante, porque no es tan fácil salir como llegar a París. Probablemente hasta mañana no podamos llegar a Vitoria.
Aprovechamos la mañana para pasear por la capital francesa. Callejeamos por la parte más antigua de la ciudad, nos damos una última caminata en torno al río Sena, nos sacamos la foto definitiva junto a Notre Dame... Y a las 18,05h partimos. Cuesta despedirse de Ambre, pues la visita ha sido fugaz, pero más enlazar trenes para llegar hoy mismo a Vitoria. Los únicos dos trenes de largo recorrido que hay desde París hacia España (el Goya y otro que une París y Madrid) están completos desde hace una semana. Únicamente quedan plazas VIP a precios desorbitados, algo que ni se nos pasa por la cabeza.

Con Ambre, junto a Notre Dame
Vistas del Sena y de la catedral

Así pues, el primer tren nos lleva hasta Orleans, ciudad que abandonamos nada más llegar. Desde allí, un pequeño tren regional nos acerca a Vierzon, otra localidad situada en el corazón del país.

Atardecer en la pequeña estación ferroviaria de Vierzon

Son las 20,30h. Estamos algo indecisos. Sobrevuela la idea de alquilar un coche, pero no nos convence del todo la idea. Queremos exprimir al máximo el billete del interraíl, así que optamos por un nuevo tren, esta vez hacia Limoges, ciudad conocida por sus antiguas fábricas de porcelana.
21,45h: El tren se detiene. Ya hemos llegado. No hay más conexiones ferroviarias, por lo menos de nuestro interés. Nos decidimos por pasar aquí la noche, pero tampoco tenemos claro dónde. La estación no es de nuestro gusto, así que vamos en busca de algo que llevarnos a la boca al tiempo que indagamos por sí hay algo que nos convence para echar los sacos.
Todo, o casi todo, está cerrado, pero por fortuna nos encontramos un pequeño local de comida rápida donde nos preparan un par de bocadillos. Visto y no visto, porque desaparecen en un satiamén.
Son las 23h y toca lo más difícil: buscar donde poder pegar ojo, o por lo menos intentarlo. Después de media hora dando vueltas por la ciudad, llegamos a la catedral, y, sin quererlo, damos con el jardín botánico que, obviamente, estaba cerrado. La cosa pinta bien. Dejo la mochila, salto la verja y... Ya está decidido.
00,15h: Ya estamos sobre el saco. Los jardines son espectaculares y las vistas no lo son menos. La catedral, iluminada, cuidará de nosotros. O eso esperamos...

Catedral de Limoges, de noche (I)
Catedral de Limoges, de noche (II)
A las 06,30h nos ponemos en pie. La noche no ha ido mal. Algo hemos podido dormir, pese a que otra gente nos ha despertado sin quererlo, saltándose también la valla queriendo cruzar los jardines con el propósito de atajar en su vuelta a casa.

Amaneciendo en Limoges
Peculiar estación de tren

Dejamos Limoges (07,15h) en dirección Perigueux, bonita ciudad que tuve ocasión de visitar años atrás. Al poco de llegar, otro tren nos acerca a Burdeos, ciudad próxima a la frontera con España y desde donde un último tren nos acerca hasta Irún. -¡Por fin!
12,55h: Pisamos suelo español. Al poco de llegar a Irún mi padre se deja ver por allí. Ha venido a buscarnos, algo que ya estaba hablado desde ayer. La A8 y al AP-1 (tramos recién inaugurados) nos llevan de vuelta a casa, a donde llegamos pasadas las 14,30h, poniendose así ya fin a un nuevo episodio dentro de mi historial como viajero.