07'30h: Toca madrugar. Ludmila y su amigo también se despiertan. Tras levantarnos y darnos una buena ducha, desayunamos con ellos.
Acto seguido hacemos caso a las indicaciones de ambos para llegar al centro de la ciudad. Cogemos un bus y para las 09h ya estamos allí.
Comienza la búsqueda de la empresa con la que hemos alquilado el coche. Gracias a tener el mapa y la dirección conseguimos llegar hasta el lugar indicado según los datos de internet. Una vez allí, preguntamos, y nos conducen hasta la estación de bus. Bingo.
Son las 11'30h y por fin tenemos nuestro coche. O al menos uno parecido pues nos han dado un Renault Megane familiar muy largo en vez de un Volkswagen. ¡Ideal para dormir!
13h: Después de emplear más de una hora para salir de Riga (el tráfico en las afueras es un poco caótico entre semáforos y pasos a nivel) y otra más de trayecto hasta nuestro destino, llegamos al valle del río Gauja, uno de los parques nacionales más bonitos de Letonia. En él visitamos la cueva de Gutmanis así como varios castillos, como es el caso del de Krimulda, el de Sigulda y el de Turaida.
La primera parada es la cueva de Gutmanis, un pequeño agujero en la roca donde, según una leyenda, una joven llamada Maija (que había sobrevivido a una batalla en el castillo en el que vivía) y Viktor (el jardinero del castillo, que era mayor que ella y que la había rescatado) se reunían para verse pues ambos se habían enamorado.
Cueva de Gutmanis
Vista la cueva, continuamos hasta Sigulda, lugar donde visitamos sus dos castillos. Por un lado, el castillo "Nuevo", con su cuidada zona ajardinada. Y por otro, y muy cerca del primero, el castillo de Krimulda, del siglo XIV y del que apenas quedan unas cuantas ruinas.
Castillo "Nuevo" (Sigulda)
Castillo de Krimulda (Sigulda)
Vistas del castillo de Turaida desde un alto en el castillo de Krimulda
Tras haber visto ambos castillos, vamos en dirección a la zona de Turaida. Allí nos espera otro castillo, el más atractivo de los tres.
Una vez allí y tras pagar en Let (moneda letona) poco menos de dos euros, damos un paseo por el museo al aire libre. Vemos antiguas casas de lo que antaño fue una aldea, visitamos una bonita iglesia de madera y, por último, damos con el castillo, una bonita obra medieval que es, sin lugar a dudas, la mayor atracción de la zona.
Aldea en Turaida
Iglesia de madera, del siglo XVIII (Turaida)
Interior de la iglesia de madera
Patio interior del castillo de Turaida
Torre y zona de exposiciones del castillo de Turaida
Accedemos a éste y vemos varias exposiciones dedicadas a las costumbres de los antiguos habitantes, sus vestimentas, las monedas que utilizaban... Tras presenciar unos cuantos tiros con arco a una diana, visitamos también la torre del castillo, cuyas vistas del valle son espectaculares.
Vistas desde la torre, con el castillo de Turaída y el río Gauja detrás
Una vez habiendo visitado la zona y sin salir del valle del río Gauja, continuamos hacia la localidad de Cêsis. Se trata de un pequeño pueblo cuyo principal interés es su castillo, que es realmente espectacular. Su construcción data del siglo XIII y curiosamente fue obra de una tribu. A día de hoy la mayor parte de éste sigue en pié, resultado de varias destrucciones y construcciones posteriores.
Castillo de Cêsis
Iglesia luterana de San John (Cêsis)
Típicas casas de los pueblos letones, muy bajitas (Cêsis)
17'15h: Después de visitar el castillo de Cêsis, reanudamos el viaje en dirección Gulbene, una localidad donde dos días por semana (viernes y lunes) un antiquísimo tren cubre una ruta de 33 kilómetros de distancia, los que separan a Gulbene de la localidad de Aluksne. El trayecto era de 303 kilómetros, y la construcción de las vías es del año 1903. Casi nada.
De camino a Gulbene nos surge un imprevisto. Multa al canto, por velocidad. Las prisas por llegar antes de las 18'30h (hora de salida del tren) nos juegan una mala pasada (la falta de señalización no ayuda a que vayamos más despacio) y, después de vivir una situación que por momentos parece irreal, nos dejan marchar, previo aviso de que nos tocará pagar 120 euros. -Ya veremos...
Son las 21h y ya está todo oscuro (es lo que tiene que te multen fuera de tu país, que ellos tienen todo el tiempo del mundo y tú no). Vamos camino de la estación de Gulbene, pues estamos a tiempo de que el tren llegue a ésta para poner punto y final al trayecto de vuelta desde Aluksne.
Y así es. Apenas 15' después de llegar allí hace su aparición una diminuta máquina con sus dos vagones (no es la misma máquina que había visto a través de internet, pero también tiene su encanto).
Y así es. Apenas 15' después de llegar allí hace su aparición una diminuta máquina con sus dos vagones (no es la misma máquina que había visto a través de internet, pero también tiene su encanto).
Antiguo tren en la estación ferroviaria de Gulbene
Habiendo visto el espectáculo, comprobamos que el lunes (día de vuelta hacia Riga) el tren parte de nuevo. Y efectivamente así es, por lo que aún tenemos la esperanza de cogerlo en unos días.
Antes de marchar damos un pequeño paseo por los andenes de la estación y... ¡sorpresa! Localizamos una bonita y antigua máquina de tren a vapor, enorme. "¡¡Wuaw!!". Está en desuso, pero es realmente espectacular.
Locomotora antigua a vapor (estación de tren de Gulbene)
Cuando ya estamos decididos a volver al coche me fijo en una cochera y, tras acercarme a ella, veo que la puerta está abierta. Está todo oscuro, pero me invade la curiosidad, por lo que me asomo. Escucho voces provenientes de una televisión. Me adentro por un pasillo largo y estrecho y, en el mismo momento que echo un ojo a la sala desde donde provienen los ruidos, un señor bajito y de aspecto cansino me saluda. Comienza el "diálogo". Él en letón, yo en inglés. Nada. Él en letón, yo en español. Tampoco funciona. Pruebo con el italiano. Menos aún. Finalmente opto por señas y, poco a poco, parece que nos vamos entendiendo. Me enseña la sala de máquinas, varias fotos antiguas con el tren en diferentes épocas y, lo más esperado, la cochera.
Alucinante.
Alucinante.
Máquina del antiguo tren Gulbene-Aluksne, posterior a la de 1903
Infinitamente agradecido, me despedido del señor, me reencuentro con Iñigo y salimos de la estación. Vamos en busca de algo de comida y gracias a Dios que pronto damos con una pequeña área de servicio.
22'30h: Es tarde pero optamos por hacer un pedazo del trayecto hasta nuestro próximo destino, Tartu, en dirección norte. Por el camino nos detenemos a comer algo y, poco después, ya estamos en el arcén de la carretera intentando pegar ojo.