Hace un día espléndido para ser aprovechado desde primera hora, por lo que una vez nos despedimos del Padre Blas, dejamos el albergue en dirección al Pico de la Dueña (km.15), un alto de 1169m. dominado por la Cruz de Santiago. Se trata de un enorme crucifijo que el mismo párroco se encargó de llevar hasta allí.
Un hito en una de las pistas de tierra del camino
Pico de la Dueña es la cota de mayor altitud entre Sevilla y Astorga. Su ascensión no es sencilla, y menos si se realiza por empinadas sendas de tierra seca. Además hay cardos por todas partes, por lo que se debe centrar toda la atención en no hacer pasar las ruedas sobre ellos. Nosotros probablemente hayamos errado en algún cruce anterior, de ahí que la decisión de continuar campo a través haya sido una improvisada solución. Y pese a ello, damos con la Cruz de Santiago, rodeada de enormes molinos eólicos y desde donde la panorámica sobre las tierras charras no desmerece.
Cuadras de cerdos ibéricos
Empujando al bici en un duro repecho... campo a través
Molinos de viento
Cruz de Santiago (Pico de la Dueña)
Reanudamos la marcha camino de San Pedro de Rozados (km.29). Primero descendemos por una senda de piedra a través de un robledal para después continuar un tramo por una carretera secundaria. Atravesamos varias ganaderías dedicadas a la cría de toros y tras 4 kilómetros de falsos llanos, llegamos.
Pablo junto a un mojón del camino
Sin entretenernos salvo lo justo para hidratarnos, continuamos hacia Salamanca. Por el camino sólo atravesamos una localidad, Morille, a escasos 5 kilómetros desde San Pedro de Rozados. Una vez superamos Morille, seguimos entre tierra de encinas al tiempo que apreciamos cómo el paisaje va perdiendo poco a poco esa tonalidad verde de la que venía presumiendo, siendo éste cada vez más ocre.
Bajo el sol abrasador del mediodía continuamos pedaleando y, quedándonos poco más de 10 kilómetros para llegar a la capital charra, ya avistamos la parte superior de su inconfundible catedral nueva. Otro pequeño esfuerzo y, en tiempo récord, llegamos a Salamanca. De camino al centro histórico de la ciudad nos detenemos junto al puente romano sobre el río Tormes. La estampa es digna de ser fotografiada, y como tal, nos inmortalizamos con la catedral.
Con Pablo con el puente romano sobre el río Tormes y la catedral (Salamanca)
Una vez hemos cumplido, ascendemos por las calles más antiguas de la ciudad hasta llegar a la Plaza Mayor. Muy cerca nos espera Cristina, con quien hemos quedado y quien se ha ofrecido a alojarnos en su casa. Con ella comemos, visitamos parte de la ciudad (la universidad y su sapo*, el jardín de Calixto y Melibea, la casa de las Conchas, el palaco de Monterrey...) y a última hora "tapeamos" por los bares de la parte vieja.