Una vez en Pisa, ya de noche, nos reencontramos. Jony, uno de mis amigos, ya se había vuelto a España por motivos laborales a lo largo de la tarde. Yo le reemplazaba, y de esta forma comenzaba mi efímero tour; corto pero bien exprimido.
La primera noche la pasamos en un pequeño hostal de Pisa. Al precio de dos, dormimos tres.
Apenas hubo unas cervezas y un paseo previo antes de echarnos, puesto que desde antes de mi llegada el diluvio que caía era considerable.
Panorámica de Pisa, con el río Arno

Y así comenzamos. Con la mochila a hombros, Riomaggiore fue nuestro punto de partida. Tras una rápida visita, nos introdujimos en uno de los caminos Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 97. Tras una buena pateada, llegamos a Manarola, el segundo de los pueblitos que conforman Le Cinque Terre y el más antiguo de todos éstos. Una vez allí, hicimos un gran número de fotografías, subimos y bajamos todas y cada una de sus callejuelas, e incluso aprovechamos para comer ante la atenta mirada de un perro ambriento en la plaza de la iglesia.
Carlos y "Suko" junto al campanario de Manarola
Panorámica de Manarola...
El punto más representativo de la "via del amor"
Tras disfrutar de un buen helado y tener así un momento de relax, continuamos con nuestra ruta en dirección Vernazza, el pueblo donde me hospedé en mi visita anterior (17h).
De enhorabuena después de subir los 382 escalones para llegar a Corniglia
Bajo un sol "achicharrante", atravesamos todas cuantas calles componen este pintoresco poblado, nos fotografiamos con el pequeño puerto e incluso tuvimos tiempo de buscar algo para dormir. Y digo algo porque nos daba igual encontrar un soportal que una habitación o una tejabana sujeta por cuatro palos.
Llegando a Vernazza
Finalmente, optamos por pasar la noche en La Spezia en otro simple hostal, no sin antes acercarnos en tren a Monterosso, el último de los cinco pueblitos que componen este pequeño y no tan conocido enclave de la costa del Mediterraneo y que, al igual que sus vecinos, sigue hoy en día viviendo de la agricultura pese a que el turismo se va dejando sentir cada vez más.
La estatua del gigante, símbolo de Monterosso
20,30h: Ya anocheciendo, nos dirigimos a La Spezia, dimos una pequeña vuelta por la ciudad (nada reseñable) y no fuimos a descansar, pues el día había sido cuanto menos exigente.
Anocheciendo, camino de La Spezia