08,45h: Nos levantamos. La noche no ha sido de lo más agradable. Si bien hemos esquivado el ruido del festival, no hemos podido hacer lo mismo con la lluvia. Pasadas las 02h de la madrugada y cuando apenas llevábamos una hora durmiendo, ha comenzado a llover, lo que ha hecho que nos hayamos tenido que aproximar todo lo posible a la puerta del edificio.
Por otro lado y por fortuna, nadie nos ha “invitado” a irnos, por lo que hemos podido descansar hasta casi la 09h.
Por otro lado y por fortuna, nadie nos ha “invitado” a irnos, por lo que hemos podido descansar hasta casi la 09h.
Rincón de la balconada donde nos echamos a dormir
Ubicada a 15 minutos al norte de Malmöe, se trata de una de las ciudades más antiguas de Suecia. Cuenta con una población que sobrepasa los 100.000 habitantes y hoy en día son cientos los universitarios de todo el país quienes viven en ella. Muchos lo hacen en cálidas casas de madera y ladrillo que flanquean estrechas y empedradas calles. Incluso algunas construcciones conservan techumbre de paja.
Iñigo frente a varios edificios de arquitectura medieval
Al igual que su vecina Malmöe, Lund cuenta con cantidad de espacios verdes, muy cuidados e ideales tanto para pasear, como para la práctica deportiva.
Iñigo y yo relajados en uno de los parques de Lund
Pero lo que sin lugar a dudas se considera la joya de Lund, es su catedral, la única románica de Escandinavia, que data del año 1066.
Fachada de la catedral de Lund
13,35h: Dejamos atrás Lund en dirección norte, hacia Göteborg (conocida también como Gotemburgo), una ciudad de la que tengo un recuerdo imborrable. Se trata pues de mí segunda visita, ya que hace aproximadamente una década disputé en esta misma localidad la “Göthia Cup”, una competición de fútbol que en su día –y quizás aún- era considerada como el mejor torneo veraniego de fútbol dentro de la categoría cadete (13-15 años). Y lo hice con el Ariznabarra, equipo de Vitoria en el que permanecí hasta categoría juvenil.
Nada más llegar, Stephan nos recibe en el andén 5 de la estación. Nos reconoce sin problemas. Se trata de un joven jardinero de unos 35 años que se ha ofrecido a alojarnos en su casa, en lo que supone nuestra segunda experiencia con CouchSurfing en lo que llevamos de interrail. Muy simpático, se nos presenta, y tras hacer nosotros lo propio le seguimos en dirección al tranvía. Lo primero que hacemos seguir su recomendación: sacarnos una tarjeta válida durante 24h para trasladarnos por la ciudad sea cual sea el medio de transporte utilizado (6,5 eu).
Fachada de la estación de tren de Göteborg
Acto seguido dejamos la estación y vamos en tranvía a su casa a dejar las mochilas, y es una vez allí cuando nuestro nuevo couch -muy amablemente- se nos ofrece de guía para mostrarnos la ciudad. Sin dudarlo, aceptamos su propuesta.
Es con su compañía como visitamos la zona del puerto (donde se encuentra el museo marítimo, que alberga la colección de barcos más grande del mundo), el edificio de la ópera, la zona comercial, el canal de Gota (de 1607), el museo municipal, varios parques (como el impronunciable Trädgçârdsföreningen) y el casco antiguo, donde se produce una agradable mezcla de estilos arquitectónicos que van desde el siglo XVII hasta nuestros días.
Es con su compañía como visitamos la zona del puerto (donde se encuentra el museo marítimo, que alberga la colección de barcos más grande del mundo), el edificio de la ópera, la zona comercial, el canal de Gota (de 1607), el museo municipal, varios parques (como el impronunciable Trädgçârdsföreningen) y el casco antiguo, donde se produce una agradable mezcla de estilos arquitectónicos que van desde el siglo XVII hasta nuestros días.
Puerto de Göteborg
21,30h: Stephan debe volver a casa (mañana vuela a Gotland, una pequeña isla situada en el mar Báltico, al este del país), por lo que nos despedimos tomándonos una cerveza con él en el corazón de la ciudad y quedamos para vernos a media noche.
Vista del atardecer desde la terraza del bar en el que nos encontramos
Ya solos, Iñigo y yo pateamos las largas avenidas que atraviesan la ciudad. De esta forma y a través de Kungsportsavenyn (la avenida más importante de Göteborg) llegamos al parque Heden, un enorme espacio verde -que yo recordaba lleno de carpas y material deportivo- en donde se realizaban actividades relacionadas con la “Göthia Cup”, y en donde en su lugar ahora cientos de personas trotan a la espera de que comience una carrera nocturna por las calles de la ciudad.
22,30h: La carrera se pone en marcha. Mientras unos corren (muchos de los participantes van disfrazados), hay quien anima el ambiente con música y bailes caribeños. Tanto Iñigo como yo disfrutamos del espectáculo a lo largo de los más de 2 kilómetros que mide la Kungsportsavenyn, punto donde se concentran la mayor parte de pubs y restaurantes así como donde se ubicabuena parte de los edificios más importantes de la ciudad (Gran Teatro, biblioteca municipal...).
22,30h: La carrera se pone en marcha. Mientras unos corren (muchos de los participantes van disfrazados), hay quien anima el ambiente con música y bailes caribeños. Tanto Iñigo como yo disfrutamos del espectáculo a lo largo de los más de 2 kilómetros que mide la Kungsportsavenyn, punto donde se concentran la mayor parte de pubs y restaurantes así como donde se ubicabuena parte de los edificios más importantes de la ciudad (Gran Teatro, biblioteca municipal...).
La carrera a su paso por Kungsportsavenyn
Antes de poner rumbo a casa de Stephan (23,30h), nos acercamos al final de la avenida hasta Göttaplatsen, una plaza flanqueada por el Museo de Bellas Artes, salas de conciertos y el teatro municipal.
Ya en casa de éste, resulta que nos ha preparado la cena, así que accedemos de buen grado y compartimos mesa con él.
Acto seguido y tras intercambiar unas cuantas palabras optamos por ver una película, pero al poco de comenzar ésta tanto Iñigo como yo decidimos echarnos a dormir, pues el cansancio hace mella.
Ya en casa de éste, resulta que nos ha preparado la cena, así que accedemos de buen grado y compartimos mesa con él.
Acto seguido y tras intercambiar unas cuantas palabras optamos por ver una película, pero al poco de comenzar ésta tanto Iñigo como yo decidimos echarnos a dormir, pues el cansancio hace mella.