jueves, 26 de abril de 2007

Bratislava


El tren a su llegada a la capital eslovaca

Caminando por la capital Eslovaca, uno puede respirar tranquilidad. Se trata de una ciudad casi muerta durante el día, sin apenas ruidos y con gente de esta guisa, que aprovecha cualquier momento para descansar. Sin embargo durante la noche se transforma. Los jóvenes que durante el día no se dejan ver sí lo hacen al final del día. Los bares del centro ayudan a que haya ambiente y los más jóvenes se ven empujados  a no quedarse en casa.

Un trabajador en un momento de relax
Bratislava es la ciudad con mayor densidad de población del centro de Europa. Está situada a orillas del Danubio y a escasos 60 kilómetros de Viena, peculiaridad que las convierte en las dos capitales de Europa más próximas. Su población oscila sobre el medio millón de habitantes.

La ciudad es la sede del parlamento y del gobierno eslovaco. Cuenta con una gran oferta artística, cultural y educativa y en los últimos años está sufriendo un proceso de transformación, tanto a nivel de rehabilitación de edificios emblemáticos como en la mejoras de las deterioradas infraestructuras heredadas del antiguo régimen comunista.
Desde el punto de vista monumental y artístico, la ciudad vieja (centro histórico) es la zona de mayor interés para el visitante, caracterizada por el gran número de palacios barrocos. Pintoresca y muy acogedora, son varias las esculturas dedicadas a personajes ilustres* de la ciudad las que decoran sus calles. Y es precisamente en esta zona donde el viajero puede disfrutar de una gran variedad de comercios y servicios.

Pablo con un paparazzi
Junto a Napoleón en el centro de la parte histórica
Un monje da la hora desde un ventanal

Su ayuntamiento -formado por tres edificios construidos durante los siglos XIV y XV- es en la actualidad sede del museo de la ciudad.

Fachada del ayuntamiento
Patio interior y torre del ayuntamiento

Otro de los lugares que merecen una mención especial es su puerto fluvial, donde se pueden ver una gran actividad por parte de enormes barcos mercantes.

Pero el símbolo de la ciudad es sin duda el castillo, erigido en lo alto de una colina -a 85m. sobre las aguas del Danubio- en el siglo XV durante el reinado de Segismundo de Hungría. Las vistas desde allí son realmente espectaculares, pudiendo obtenerse una panorámica de la ciudad de 360º. Actualmente alberga el museo Nacional de Eslovaquia con exhibiciones arqueológicas, históricas y artísticas. Pese a que sufrió un incendió considerable, fue restaurado poco después.

Sobre el Danubio con el castillo de fondo

El puente Nový Most es sin lugar a dudas el mejor nexo de unión entre la parte vieja y nueva de la ciudad, divida por el Danubio. Sirve tanto para vehículos como para peatones y en él suelen exponerse fotografías de gran tamaño que hacen que el tiempo empleado para pasar de un lado a otro sea muy ameno. Pero lo que lo hace ser un lugar particular es su torre, desde donde uno puede contemplar el ir y venir de embarcaciones por el Danubio al tiempo que come en su restaurante en forma de ovni.

Puente Nový Most sobre el Danubio con su torre y restaurante en forma de ovni

Culturalmente Bratislava es el punto más importante del país. Este carácter multicultural queda patente al poco de pasear por sus calles, siendo alemanes, húngaros y judíos -además de eslovacos- los grupos étnicos que hay en la ciudad. Además los teatros, museos, galerías, salas de conciertos, cines, clubes y otras instituciones culturales dan muestra de ello.

Antiguo edificio del teatro Nacional

Y para descansar qué mejor que el albergue de la juventud de la ciudad, un lugar donde lo normal es salir de allí con un buen puñado más de amigos viajeros que los que se tenía antes de llegar.

En la siniestra recepción del youth hostel