jueves, 14 de enero de 2010

DIARIO DE UN "INTERRAILISTA": Día XIV: 6/8/09

08,30h: Llegamos a Bruselas. Algo cansados, nos sentamos a comer algo en la Plaza España, junto a una figura de Don Quijote con su compañero de batallas Sancho, enfrente de la estación central. Al poco tiempo, ya estamos caminando en busca del "Manneken Pis", una pequeña estatua de bronce de poco más de 50 cm. que tuve ocasión de ver en mí última visita hace ya más de 5 años. Está situada en el centro histórico de la capital belga y representa a un niño pequeño desnudo orinando dentro del cuenco de la fuente. Curioso...
Por el camino nos detenemos en la Plaza del Mercado para ver el ayuntamiento (en mí otra visita la plaza estaba llena de jardínes), en el edificio de la bolsa, la ópera, el Palacio de justicia y el Palacio Real. Éste último tenemos la oportunidad de visitarlo a conciencia, pues los reyes de Bélgica, al estar de vacaciones veraniegas, hacen posible que todo aquél que quiera entrar a verlo pueda hacerlo.

Don Quijote, Sancho e Iñigo, algo despistado
En una bonita galería de Bruselas
Ayuntamiento de Bruselas
Exterior del Palacio Real
El tranvía pasando frente a la biblioteca nacional
Al fondo, el Atomium
Junto al Manneken Pis

16h: Tras darle muchas vueltas a la opción de acercarnos a Waterloo (allí donde se produjo el conocido combate entre el ejército francés comandado por el emperador Napoleón Bonaparte frente a las tropas británicas, holandesas y alemanas el 18 de Junio de 1815), optamos por ello.
En poco más de media hora nos presentamos allí. Sin tiempo que perder nos acercamos a la oficina de turismo con el propósito de recibir algo de información. Allí, una simpática señora (¡casada con un asturiano!) nos facilita horarios del campo de batalla, pequeños datos de cómo llegar y horarios de los últimos trenes para no quedarnos tirados.

Monumento a la batalla (proximidades de Waterloo)
Junto al "camión-guía" del campo de batalla

19,05h: A bordo de un nuevo tren de vuelta a Bruselas Midi (otra estación de tren), compartimos opiniones sobre lo que hemos visto. Estamos algo decepcionados, pero no arrepentidos. Acabamos visitar el campo de batalla donde se produjo un acontecimiento que, según dicen, cambió el rumbo y dió comienzo a la paz en Europa. El caso es que apenas queda nada simbólico, ningún resto significativo. Sólo campos de trigo, una pequeña colina con un monumento en honor a la batalla y una estatua de Napoleón en un estado bastante delicado de conservación. Por otro lado, un pequeño museo y una tienda de souvenirs recuerdan que allí pasó algo importante.
20h: Abandonamos Bruselas tras una rápida visita a la catedral. El próximo destino es Amsterdam. Apenas hay trenes (increíble pues la red ferroviaria europea entre capitales de países suele estar muy bien comunicada), por lo que no nos queda otra opción que subirnos en un tren "VIP" en el cual no vale para nada el billete de interraíl.

Fachada de la catedral de Bruselas
Interior de la catedral de Bruselas

22,15h: Ya estamos "pululando" por la capital de los Países Bajos. Si Holanda es espectacular, no menos lo iba a ser Amsterdam. La noche confunde a cualquiera. La gente aprovecha para callejear, tomarse unas cervezas o simplemente sentarse a hablar junto a uno de los innumerables canales de la ciudad. El "Barrio Rojo" seduce a cualquiera con sus escaparates acristalados donde mujeres semidesnudas se exhiben en busca de algo de dinero. Sin embargo durante el día la ciudad es un contínuo apogeo. Bicis y peatones comparten aceras; tranvías y coches hacen lo propio con las carreteras; pequeñas embarcaciones serpentean por los canales... Y todos ellos cruzan puentes y más puentes. Eso sí; unos por arriba y otras por abajo.
De camino al albergue a dejar las mochilas, la "ciudad sin ley" nos demuestra el porqué de ese apelativo. La gente fuma en las calles todo tipo de sustancias sin miedo alguno a que le culpen de nada. Sin duda, el paraíso para muchos.

Amsterdam at night
Charlando junto al canal
Tranquilidad en Amsterdam

02,30h: Momento de dormir. Mañana toca acabar de ver Amsterdam y Harlem, a poder ser, como un ciudadano holandés más, en bici.