06,40h: Convertido casi en un cubito de hielo, pillo el primer tren que me lleva hasta Innsbruck. Tercera vez que paso por esta ciudad austriaca, pero esta vez es para visitarla, que ya toca.
No son ni las 07,30h y allí me hayo, solo, ni un alma por la calle. Acabo de dejar mi mochila en la consigna de la estación (por tan sólo 2€) y me dispongo a ver la ciudad. (...)
Vistas del paisaje alpino desde la catedral de Innsbruck
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Frente a una bonita barriada en Innsbruck
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Famoso salto de skí en Innsbruck
11,30h: Marcho de Innsbruck en un tren dirección Roma, previa parada en tantísimas estaciones, entre ellas Verona Porta Nuova. Estoy algo decepcionado pues el colofón a este inte-raíl pretendía que fuera inmejorable, y qué mejor que una ciudad tan conocida por sus paisajes, sus competiciones de saltos de skí, su proximidad con el país vecino (Italia)... Pero no, los 6 kilómetros que marca mí ´cuenta-pasos` y que he dedicado a ver la ciudad me llevan a la conclusión de que la catedral, dos pequeñas iglesias, el antiguo funicular, el río que rodea la ciudad y el centro, no son suficientes atractivos como para destacar Innsbruck entre los lugares más bonitos que he visitado en mí tour.15,15h: Llego a Verona. Da gusto viajar por sitios así. El tren atraviesa los valles Alpinos junto a cascadas, pueblos prácticamente inaccesibles... Atraviesa túneles, cruza puentes... En el trayecto conozco a otro chico italiano, que al igual que yo se había animado a ver alguna zona de Europa (en su caso Holanda), y que estaba ya de regreso a Módena, de donde era. Simpático él, me ameniza el viaje, pues 3-4 horas da para hablar de todo.
Ya en Verona, apenas media hora después, subo a bordo de un nuevo tren dirección Milán. Allí lo propio 20 minutos después camino de Domodossola, pequeña localidad a no más de 2 horas de Milán. Poco más de una hora es suficiente para ver su bonito y pequeño centro histórico.
Piazza centrale di Domodossola
Tomando unas cervezas en Bérgamo


