jueves, 26 de abril de 2012

Peregrinando en bici a Santiago desde Sevilla. Ruta de la Plata y Camino Sanabrés. Etapa XV Outeiro - Santiago (16km)

Siendo aún de noche, nos ponemos en pie. Son las 07h y hace un frío que pela, pero resistible si se trata de llegar a Santiago y encontrarnos en la plaza del Obradoiro frente a la catedral, sin un sólo turista y sin colas, tanto para acceder a ella como para conseguir el diploma que obtiene todo aquél peregrino que porta consigo la credencial repleta de sellos y otras estampas del camino.

Preparando las bicis para partir 
Amaneciendo por el horizonte
Inmersos en la neblina iniciamos nuestra última etapa de la Vía de la Plata y del Camino Sanbrés. Y lo hacemos junto a otro pequeño grupo de ciclistas, aunque tan pronto como partimos les perdemos de vista. Atrás queda el día en que llegamos a Sevilla en un monovolumen alquilado, adecuamos las bicis e iniciamos el camino.
Con poca visibilidad transcurren los primeros kilómetros. Fruto de ello es que son varias las ocasiones en que nos toca detenernos y mirar en derredor en busca de alguna señal que nos reafirme que vamos por el buen camino.

El último tramo, en obras, resulta algo confuso
Superadas las trabas, seguimos las vieiras que ya pueden verse una vez nos vamos adentrando en Santiago. Y, calle abajo, hacemos aparición en la plaza del Obradoiro... desierta. Las primeras fotos no tardan en llegar (incluso antes que los abrazos), no vaya a ser que aparezca un grupo organizado de turistas y se acabe tan grande momento.

Frente a la catedral de Santiago, una auténtica joya
A media mañana y ya con el diploma bajo el brazo, hacemos cola en una esquina del hotel Reyes Católicos de la plaza del Obradoiro. Y no somos los únicos, pero cierto es que pocos saben a qué se debe. Ocurre que desde hace muchos años el hotel invita a comer/cenar a los primeros diez peregrinos que hagan cola... Y esto es todos los días. Es una de las tantas cosas que te da el camino.
Se trata de una bonita iniciativa. Si bien antes eran sólo uno o dos a quienes se les invitaba en horario de mediodía, hoy en día pueden ser hasta diez quienes disfrutan de este detalle por parte del hotel. Pero lo que verdaderamente engrandece este gesto es que la comida es la misma que se ofrece a los clientes. Eso sí, el lugar donde se come no es en el comedor, sino en una pequeña sala habilitada junto a la cocina del hotel.
Y lo más llamativo es el desconocimiento que se tiene sobre esto, quizás en parte gracias a que los medios de comunicación no hacen mucho eco de ello. De hecho parece ser que su difusión se lleva a cabo de peregrino en peregrino. Extraordinario.

Momento en que nos sirven el menú en el interior del hotel
Y es en esa cola donde conocemos a Luigi, un señor italiano que lleva años y años peregrinando por el mundo. Nos cuenta que hasta el momento son 32 las veces que ha recorrido el trayecto que existe entre Roma y Santigo, a pie. Y otras dos las que ha cubierto el trecho que separa Roma de Jerusalén. Increíble. Lo acredita con una serie de recortes que lleva consigo, así como una enérgica señora más joven que él (que nada tiene de peregrina) que dice ir transmitiendo una energía positiva allí por donde va Luigi y que es su "lazarilla".
Durante la comida Luigi nos narra cuantas aventuras ha tenido. Y entre ellas cabe destacar la de una promesa que cumplió a su difunta mujer por la que pasó de ser dueño de una fortuna (que finalmente decidió donar a la iglesia), a una persona sin apenas recursos económicos y que vive de lo va recibiendo de la iglesia y de su buen hacer. Increíble.

Luigi
Una vez salimos del hotel nos despedimos de Luigi y el resto de peregrinos. Iniciamos una visita al centro histórico de la ciudad para posteriormente dejarnos perder entre las calles que discurren hacia el parque de la Alameda. Allí aprovechamos para descansar en un banco, desde el cual las vistas son espectaculares.

Interior del patio del colegio de Fonseca
Vistas de la catedral de Santiago desde el parque de la Alameda
Hacemos tiempo y quedamos con Maru, una amiga mexicana de mi hermano Pablo y que estudió en Santiago. Con ella tomamos un café y disfrutamos del último tour por la ciudad, justo antes de coger el bus que nos lleve de vuelta a Vitoria, nuestro punto de partida antes de iniciar la Vía de la Plata.

Pablo en la entrada de un antiguo establecimiento
Tomando un café con Maru