lunes, 12 de octubre de 2009

DIARIO DE UN "INTERRAILISTA": Día IV: 27/7/09

Los primeros rayos de sol se dejaban ver de entre las nubes. Eran las 05,30h, pero debíamos ponernos en pié. El motivo no era otro que estábamos de ocupas. El día antes, pasada la media noche, lloviendo y sin saber dónde dormir, encontramos un bed & brekfast con la puerta abierta. No sabíamos si a esas horas alguien nos recibiría, así que probamos suerte. Y efectivamente dimos con ella.
Nadie nos recibió, pero necesitábamos cobijarnos. La primera puerta que encontramos abierta no nos hizo dudar. Entramos, vimos las camas hechas, nos echamos a dormir... Y a primerísima hora de la mañana, habiendo dormido apenas 4 horas, nos pusimos en pié, pues no queríamos tener ningún tipo de problemas.
El tren partía a las 6,10h. Entretanto, aprovechamos para ver la pequeña localidad costera de Mallaig. Apenas un paseo por la zona portuaria, y ya estaba todo visto.

Pequeño puerto pesquero en Mallaig
De vuelta a Fort William, el tren debía pasar el conocido viaducto de Glenfinnan (aparece en Harry Potter), construido a finales del siglo XIX, con 21 arcos y 30 metros de altura. Como pude, saqué la cámara por la ventanilla del tren y, en una posición acrobática y subido a las butacas, pude obtener la istantánea que tanto perseguía.

Sobre el viaducto de Glenfinnan
11,48h: Después de un pequeño parón en Fort William, continuamos nuestro viaje hacia Dumbarton, población de poco más de 20.000 habitantes en donde además de callejear por el casco urbano, pudimos visitar el castillo (Dumbarton Rock), encaramado en lo más alto de una inmensa colina junto al río Clyde.

Entrada inferior al castillo de Dumbarton
Atalaya y cañones perfectamente conservados
Ascendiendo a la parte superior del castillo
Cuando uno se siente libre...
...Y puede disfrutar de unas vistas así, no hay palabras
15,30h: Ya en Glasgow, y por segunda vez en 5 días, visitamos la otra parte de la ciudad, pendiente de ser explorada. Comenzamos por la necrópolis y sus vistas sobre la urbe. Junto a ella se hallaba la catedral, de gran tamaño, con un aspecto color verdoso y con unas increíbles e inmensas vidrieras. A todo ello le siguió un paseo por las calles más frecuentadas de la ciudad, antes de que poco a poco fuésemos acercando hacia el albergue.

Break-dance en Glasgow; qué crack el chavalín!!
George frente a la galería de arte moderno
Catedral de Glasgow
En George Square
Anocheciendo, buscamos donde cenar. Un restaurante japonés fue el lugar elegido.
Con el estómago revuelto por tal "suculento manjar", había necesidad de una buena birra. De camino al albergue encontramos un animado pub, donde pudimos disfrutar de una Guiness al tiempo que un grupo local tocaba en directo algo de black metal.