martes, 22 de marzo de 2011

Diario de un interrailista: 2º interrail por Europa del Este (1-16 de Agosto). Día IX: 9/08/2010

Con casi tres horas de retraso, llegamos a Plovdiv (10h). Se trata de una de las ciudades más antiguas de Europa. Quizás no lo aparente, pero sus ruinas así lo atestiguan. Está situada a unos 140 kilómetros de Sofía, en la llanura de la Tracia superior. Se halla a 160 metros sobre el nivel del mar y está dividida en dos partes por el río Maritsa. Tras Sofía, es la segunda ciudad más importante de Bulgaria y su población, que ronda los 380.000 habitantes, es principalmente búlgara, aunque existen también minorías de gitanos, turcos, hebreos o armenios, entre otros.
Además es centro de cultura, comercios, comunicaciones y turismo.

En la estación ferroviaria de Plovdiv
Bonito hito kilométrico; parecido a los de La Coruña, Poznan...
Tras unos breves ejercicios de estiramiento, cambiamos euros por LEV's búlgaros y nos dirigimos hacia el centro de la ciudad. Una vez allí y tras informarnos bien en un puesto dedicado a ello, recorremos sus calles peatonales, nos asomamos a una margen del río Maritsa, subimos a una de sus siete colinas para tener una panorámica de la ciudad y nos adentramos en la parte antigua de la ciudad. Y es en esta parte histórica donde primero damos con un pequeño rincón lleno de encanto acondicionado de época medieval donde más tarde nos cruzamos con gente vestida con ropas y atuendos medievales. Este contraste entre esta gente y la de "a pié" que habíamos visto en la ciudad nos choca un poco, por lo que investigamos, y damos con varias cámaras y directores que están rodando escenas.

Restos romanos en el centro de la ciudad de Plovdiv
Bonita mariposa en los jardines de una de las colinas de la ciudad
Adentrándonos en la parte antigua de la ciudad
¿Plató o real? -Pese a ser una zona medieval, se trataba sólo de un rodaje
Ver a esta gente con estos atuendos es todo un espectáculo
Aprovechando un parón que hacen, hablamos con uno de los directores, el cual nos informa de que se trata del rodaje de una miniserie llamada "La figlia del capitano" (la hija del capitán). Posteriormente entablamos conversación con tres de los personajes que aparecen en el rodaje y nos explican cómo así han sido ellos los elegidos para formar parte del mismo (todos son pobres y muchos de ellos son músicos callejeros, artistas o viven a base de limosnas en la calle). Aprovechan también para quejarse de lo poco que perciben (unos 15 euros ¡por 12 horas de rodaje!) por soportar a 35º bajo un sol "achicharrador" con todas estas ropas y abrigos, así como critican al director por el mal trato que les proporciona.
Una vez retoman el rodaje, nos despedimos de ellos y vamos en busca del teatro romano, una joya del siglo II pero descubierto en el año 1972. Increíble.

Interior de una de las iglesias en la parte antigua de la ciudad
De camino conocemos a dos simpáticas búlgaras, quienes se nos ofrecen para llevarnos hasta él. Una vez allí, hacemos las fotos pertinentes y dejamos que nos cuenten todo cuanto saben de él.
18,30h: Tras haber visto el teatro romano, nos despedimos de "nuestras guías", nos acercamos al centro para dar nuestros últimos pasos por las calles peatonales de la ciudad y por último nos dirigimos a la estación de tren, pues toca abandonar Plovdiv en dirección Sofía, la capital del país.

Antes de dejar Plovdiv tuvimos tiempo de fotografiarnos con este artista...
...Y de "hablar" con este otro personajillo
22,15h: Tras varias horas de tren, llegamos a Sofía. El trayecto ha sido entretenido. Primero por el paisaje (viajar en tren por estos países no es algo que se hace todos los días); luego por el atardecer que hemos podido presenciar desde nuestro vagón; y por último porque en una de las tantas fotografías que hemos hecho, Carlos, asomando en exceso la cabeza, ha visto como su querida gorra le abandonaba.

Despidiéndonos de Plovdiv
Disfrutando del trayecto en tren
Cruce de trenes
Es inevitable ir con el ojo pegado a la ventana
Atardecer
Anécdotas a parte, ya estamos en Sofía, en busca de nuestro albergue. Es de noche y la ciudad apenas está iluminada. Gracias a la ayuda de una chica polaca (también en busca de su hostal) y las indicaciones de un joven desde su ventana, no tardamos mucho en localizarlo.
Tras una ducha, optamos por irnos a tomar algo con un chico canadiense, alojado en el mismo albergue y al que conocimos en el tren en el aparatoso trayecto desde Estambul hasta Plovdiv.
23,45h: Sofía duerme. Las calles están desiertas, no hay un sólo coche y reina el más absoluto silencio, sólo roto en ocasiones por el sonido que sale del interior de algún que otro local que se resiste a cerrar. De esta forma, no queda otra que cogerse una cerveza e ir a degustarla junto al albergue.
02h: Muertos de sueño, subimos a dormir, pensando ya en el mañana, pues toca ver Sofía... Y coger tren en dirección Belgrado.